La incertidumbre, cual sombra persistente en nuestro devenir, es una compañera ineludible en nuestra travesía. Desde elecciones cotidianas hasta encrucijadas vitales, navegando la incertidumbre enfrentamos una amalgama de inquietud y esperanza. En ocasiones nos cuestiona hasta lo más profundo de nuestro ser, desafiándonos a descubrir fortaleza en medio de la nebulosa. Sin embargo, también nos impulsa a explorar nuevas oportunidades y horizontes desconocidos.
La incertidumbre emerge como la tierra fértil donde germinan nuestras interrogantes y aprehensiones. En «Proverbios 3:5-6», se nos incita a depositar una confianza plena en el Señor y a no cimentar nuestras convicciones en nuestra propia comprensión. Esta antiquísima sabiduría nos reafirma que, en medio de lo ignoto, encontramos un firme cimiento en la fe. No obstante, la incertidumbre también puede ser un ámbito de crecimiento. El apóstol Santiago, en «Santiago 1:2-4», aborda el valor de las pruebas y cómo estas pueden catalizar nuestra madurez espiritual.
El filósofo cristiano Søren Kierkegaard dota a la incertidumbre de una perspectiva profunda. Su concepción de la «angustia» como la emanación de la responsabilidad y la libertad de elección coincide con la vivencia de confrontar lo desconocido. Kierkegaard nos exhorta a aceptar la incertidumbre como una ocasión para el autodescubrimiento y la autenticidad en nuestra relación con Dios y con nosotros mismos.
En medio de la incertidumbre, hallamos amparo en las palabras del «Salmo 23:4», que nos recuerda que aún en el valle de sombras, no debemos temer mal alguno, pues Dios está a nuestro lado. Tales promesas divinas nos invitan a confiar en que, por más desconcertante que sea nuestro rumbo, no marchamos solos. Igualmente, obtenemos consuelo en las palabras de «Romanos 8:28», que nos aseguran que Dios obra en todas las cosas para bien de aquellos que lo aman.
![hombre en la incertidumbre](https://cruzycamino.com/wp-content/uploads/2023/08/empresario-confiado-contemplando-exito-incertidumbre-generada-ia-2.jpg)
La incertidumbre nos desafía a soltar nuestras expectativas y encontrar sentido en medio de lo ignoto. Desde la perspectiva de la fe cristiana, la incertidumbre puede ser un espacio sagrado donde confluyen la confianza en Dios y la confianza en nosotros mismos. Esta reflexión nos conduce a las siguientes palabras:
«Ten paciencia con todo lo no resuelto en tu corazón y trata de amar las preguntas mismas»
Rainer Maria Rilke (Poeta Cristiano)
Navegando la incertidumbre, nos encontramos con una invitación a abrazar las preguntas, a sumergirnos en la búsqueda y a confiar en la senda que se despliega ante nosotros.
En última instancia, la incertidumbre nos recuerda nuestra humanidad y nuestra constante necesidad de confiar en el misterio divino. Mediante nuestros enfrentamientos con lo incierto, encontramos una profunda conexión con lo divino y con nosotros mismos.
Dudé, pero no te tardé, encontré la respuesta, y vi un reflejo en cada corriente. Si esto es así, no importa cómo mi camino está torcido, me alegraré de que en cada flujo todos los ríos van al mar, pero algunos lo hacen más fácil que otros. Oh, si me encuentro a mí mismo perdido, Dame un lugar de descanso
George Herbert (Poeta Cristiano)