El suicidio de Avicii, también conocido como Tim Bergling, en 2018, conmovió al mundo y puso de manifiesto la triste realidad de esta tragedia que afecta a innumerables personas en todo el planeta, incluyendo a famosos.
El suicidio como problema global
Se define como el acto deliberado de poner fin a la propia vida, es un problema global de salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 800,000 personas mueren por suicidio cada año, lo que equivale a una muerte cada 40 segundos.
Esta dolorosa realidad plantea un duelo complicado y un profundo sufrimiento para las familias y amigos de las víctimas. A menudo, las personas que enfrentan esta pérdida se ven envueltas en una mezcla abrumadora de emociones, que incluye la tristeza, la culpa y la confusión. La sociedad a veces tiende a mostrar incomprensión y estigmatización hacia quienes han perdido a alguien por suicidio, lo que puede hacer que las personas se sientan aisladas y reacias a hablar sobre su pérdida.
Rompiendo tabúes y fomentando la empatía
En este contexto, el suicidio se ha mantenido como un tabú social en muchas culturas durante mucho tiempo. La falta de comprensión y el estigma pueden llevar a que las personas que luchan con pensamientos suicidas oculten sus sentimientos, dificultando aún más la búsqueda de ayuda. La Iglesia y la sociedad tienen la responsabilidad de trabajar en la destigmatización del suicidio y promover la apertura y la empatía para que aquellos que necesitan ayuda se sientan cómodos buscándola.
Las enfermedades mentales son a menudo un motor detrás de este acto desgarrador. Las dificultades económicas, heridas afectivas, una soledad obligada o el abandono, pueden ser factores contribuyentes. En este sentido, la Iglesia y la sociedad deben esforzarse por aumentar la conciencia sobre la salud mental y las dificultades socioeconómicas para reducir el estigma y facilitar el acceso a la atención médica, social y terapéutica adecuada.
![comprensión del suicidio](https://cruzycamino.com/wp-content/uploads/2023/09/comprension.jpg)
La influencia de la religiosidad
Un estudio llevado a cabo en 2017, titulado «Religiosity and Suicide: Evidence from 17 European Countries» y publicado en la revista «Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology,» analizó datos procedentes de 17 países europeos. Los resultados de esta investigación revelaron una relación inversa entre la religiosidad y las tasas de suicidio, indicando que las personas que mantenían una mayor religiosidad tendían a presentar tasas de suicidio más bajas.
En esta línea, Victor Frankl, renombrado psiquiatra y sobreviviente del Holocausto, abordó el tema del suicidio desde una perspectiva única en su obra «El hombre en busca de sentido». Frankl argumentó que la falta de sentido y propósito en la vida podía llevar a pensamientos suicidas. Sostuvo que la búsqueda de un propósito y significado, incluso en las circunstancias más difíciles, era esencial para la supervivencia mental. En sus propias palabras:
«El deseo de suicidio es una respuesta a la incapacidad de encontrar un significado en la vida.»
Victor Frankl
La posición de la Iglesia
Sin embargo, a pesar de que la religión puede actuar como un factor de protección contra el suicidio, este acto entra en conflicto con el dogma de la Iglesia debido a que contradice la enseñanza de que la vida es un don sagrado de Dios, y quitarse la vida se considera un acto de desesperación que desafía la voluntad divina. En palabras del Papa Juan Pablo II:
«La vida es un don sobre el cual no tenemos plenos derechos; es un don de Dios y de los padres».
Papa Juan Pablo II
Y la Biblia también aborda la cuestión de la vida y la muerte:
«¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.»
1 Corintios 6:19-20
Estas palabras resaltan la importancia de cuidar y valorar la vida que se nos ha confiado.
No obstante, cuando el suicidio parece ser una opción inevitable, lo que emerge como fundamental es la necesidad de que la sociedad y la Iglesia ofrezcan comprensión, apoyo y misericordia. Estos elementos son esenciales para brindar esperanza a quienes enfrentan esta situación tan desgarradora.